“Hablar y escribir sobre películas, enseñar cine son las últimas y únicas formas de resistencia frente al consumo y la amnesia”. Bergala, Alain.

En la última década ha quedado patente el interés en diferentes ámbitos sobre la educación en y sobre cine. Desde su fundación, uno de los pilares de interés de Unión de Cineastas es lo que se denomina alfabetización audiovisual o mediática; entendiendo que, sin la base que supone la creación de públicos críticos y abiertos a la cultura cinematográfica, es imposible construir un modelo de cine concebido como hecho cultural que respete la diversidad y pluralidad del proceso creativo y productivo que el medio requiere. Unión de Cineastas se planteó en un principio ir más allá del catálogo existente de iniciativas educativas de diferente origen y calado y dar el paso de reunirlos y reflexionar con los protagonistas. Así, en La sala de los cineastas de Madrid (en colaboración con el Círculo de Bellas Artes), dimos cabida en la medida de nuestras posibilidades a un amplio espectro de educadores y estudiantes de centros públicos y privados, desde la educación infantil a la universitaria pasando por la formación profesional, educación para adultos o educación especial. Como conclusión esencial detectamos que el asunto es complejo y necesita de reflexión conjunta y en profundidad, si es que se quiere arbitrar alguna medida que sea realmente estructural y no mero maquillaje.
Como cineastas, entendido este término como aquellos que tienen el cine como modo de vida o interés y no sólo como profesión directa, creemos que en ese debate necesario deberían jugar un papel importante las asociaciones del mundo del cine. Dicho de otra manera, sólo contando con los profesionales, creadores, investigadores, programadores cinematográficos y las instituciones cinematográficas se puede afrontar esa enseñanza de y sobre cine. Y nos centraremos en este ámbito ya que, aunque la alfabetización mediática engloba algo mucho más extenso que el propio cine, quizás ese debería ser el primer punto del necesario debate.
Consideramos que habría una serie de cuestiones claves a establecer en el debate público sobre la educación cinematográfica. Estas se agruparían en torno a tres ideas básicas: el conocimiento del patrimonio del cine; el conocimiento de sus creadores, profesionales y protagonistas; y el conocimiento de las herramientas expresivas del cine. Todos los aspectos que llevan parejos estos tres extremos, lejos de poder ser abordados de forma independiente y aislada, como habitualmente se hace, son convergentes y se retroalimentan mutuamente. Desglosaremos algunos puntos que creemos importantes.
El conocimiento del patrimonio cinematográfico no es sólo mirar al pasado, a la historia del cine español de una manera clásica, sino afrontar que el cine español lo conforma una gran diversidad de hechos, más allá del binomio grandes obras de grandes autores (generalmente de ficción). El acceso y la difusión del patrimonio cinematográfico español en los diversos niveles educativos conlleva paralelamente formar en la conservación y la puesta en valor de ese patrimonio en su sentido amplio (ver una película en un formato accesible en clase o en una tableta lleva detrás un trabajo y una inversión importantes). Por último, el aprender sobre cine lleva a recuperar, siguiendo la estela marcada por diversos programas europeos, el dispositivo cinematográfico como algo esencial. Dicho de otra manera, significa contemplar como ineludible la experiencia de la sala de cine, sin esta vivencia cualquier plataforma digital que acerque los contenidos al aula o al estudiante estaría coja en la formación de públicos y futuros cineastas.
El conocimiento del patrimonio cinematográfico debe ir parejo al conocimiento de los cineastas que lo hacen posible. Es decir, se debe contemplar el trato con los protagonistas del proceso creativo y de los oficios cinematográficos poniéndoles cara y ojos como fórmula que acerque desde la relación directa a los futuros espectadores con la producción cinematográfica. Creemos que el conocimiento real del trabajo que hay detrás es la forma de promover el disfrute legal y responsable de obras cinematográficas. Que conocer las dosis de entusiasmo, vocación y profesionalidad que conforman las películas es el modo de crear nuevos espectadores y formar nuevos cineastas. Además de ser una forma esencial de acceder al conocimiento de las herramientas expresivas del medio cinematográfico desde unas competencias que vayan más allá de la teoría contenida en los libros, manuales y guías docentes. La expresión cinematográfica deja de ser puro análisis cuando se pone directamente en relación con aquellos que la hacen posible. Como Unión de Cineastas (donde se unen práctica y teoría) no podemos más que proponer la conexión inexcusable de la transferencia de conocimientos sobre la expresión fílmica con aquellos que la hacen posible con sus obras y su trabajo.
Para concluir, estimamos que lo ideal es que en la educación cinematográfica tomen parte activa instituciones, asociaciones y profesionales del cine. De ahí que en esa línea estén nuestras reflexiones como asociación de cineastas.
Aunque queremos dejar constancia de que la complejidad del tema a estas alturas del siglo XXI, sin una acción global y estructural de carácter público, implica como metodología necesaria el debate abierto con todos los elementos implicados, donde deben tomar un protagonismo evidente los educadores que llevan años cubriendo el vacío institucional, enseñando cine y audiovisuales, no como simple apoyo a otra materias sino entendiendo que la enseñanza del cine conjuga a partes iguales la alfabetización audiovisual y el reconocimiento del cine español como bien cultural en sí mismo.
[1]Alejandro Bachmann in Conversation with Alain Bergala en Bergala, Alain. “The Cinema Hypothesis. Teaching cinema in the classroom and beyond”. Vienna: Österreichisches Filmmuseum, 2016. Pág. 119.
Unión de Cineastas participa en el número especial de la Revista de la Academia dedicado a educación y cine con este artículo. Se puede acceder al número completo de la Revista aquí.

Sobre las autoras:
Begoña Soto es miembro del Comité de Coordinación de Unión de Cineastas. Profesora titular de Universidad, ha sido directora del Máster Universitario y Programa de Doctorado en Estudios sobre Cine Español (URJC). Puso en marcha el proyecto de la Filmoteca de Andalucía, dirigiéndola durante seis años. Es coordinadora para España del Proyecto Women Film Pioneers Project (Columbia University). Participó en la primera edición de la FIAF Restauration School, proyecto a cargo de la Unión Europea en el laboratorio cinematográfico L’Imagine Ritrovata. Ha colaborado con Filmoteca Española en proyectos de restauración e investigación; cabe destacar el realizado sobre los materiales de las Exposiciones de 1929 (Internacional de Barcelona e Iberoamericana de Sevilla), proyecto conjunto con Filmoteca de Catalunya.

Marina Díaz López es doctora en Historia del cine por la Universidad Autónoma de Madrid. Actualmente trabaja en el Departamento de Actividades culturales del Instituto Cervantes, en Madrid, como Técnica de cine y audiovisual, donde desarrolla un trabajo de gestión relacionado con la difusión internacional y cultural de cine en español. Ha editado dos libros sobre cine latinoamericano, junto a Alberto Elena: Tierra en trance. El cine latinoamericano en 100 películas (Alianza Editorial, 1999) y 24 Frames. Latin American Cinema (Wallflower Press, 2002) y tiene una extensa bibliografía sobre historia del cine en español en libros de edición y revistas especializadas. Colabora con varias revistas de cine español y latinoamericano como “Secuencias. Revista de Historia del Cine” (Maya/Universidad Autónoma de Madrid), “Studies in Hispanic Cinemas” (Intellect Books) y “El ojo que piensa. Revista de cine iberoamericano” (Universidad de Guadalajara, México).
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